Por: Francisco “El Jimagua” Cartagena Méndez/Columnista de TRT—
Una navidad LGBTT es aquella marcada por la felicidad de vivir tal cual somos en completa libertad, en armonía con nuestros sentimientos y en la que nos regalemos hacia nosotros/as mismos/as aceptación y amor propio. El mejor regalo para una persona gay lo es el respeto a su orientación sexual y a sus derechos humanos.
Vivamos una época festiva llena de emociones únicas y verdaderas, elevando los conceptos de verdad, valentía y amor. El amor entre personas del mismo sexo es real, merece respeto y aceptación. Ser una verdad es mucho mejor que ser una mentira reprimida y sumida en el sufrimiento que causa el vivir una doble vida.
La lucha por la equidad tanto en los Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe, incluyendo a Puerto Rico, ha avanzado enormemente. El Matrimonio Igualitario se prolifera en nuestras naciones como un grito libertario de reivindicación mundial; la equidad es inevitable.
El amor gay es una realidad presente en todas las culturas y en todos los orígenes étnicos. Simplemente la homosexualidad es una identidad sexual verdadera y natural en la especie animal, y los seres humanos (como seres biológicos) tenemos una gran diversidad de identidades sexuales.
Ser gay es hermoso, ya que es una orientación sexual muy innata en los seres vivos. Cuando logramos aceptarnos a nosotros mismos y comenzamos un proceso de enfrentar el discrimen social, familiar y religioso, estamos logrando que el amor prevalezca.
Nuestra felicidad depende de nosotros mismos/as, por lo que no hay iglesia ni persona que tenga autoridad sobre nuestros sentimientos y deseos. Es importante erradicar las “vergüenzas” que nos crea la sociedad y el fundamentalismo en torno a ser gay.
La visibilidad LGBTT en una época tan especial como lo es la navidad, le permite a la sociedad el tener una oportunidad de comprender que el amor gay es simplemente amor. El amor entre dos personas que se aman (heterosexuales, gays, transexuales, etc.,), jamás debe ser condenado o escondido, por el contrario, su expresión visible nos debe llenar a todos y todas de alegría.
Cerremos este año 2015 con una idea clara de lucha, porque aún queda mucho trabajo por hacer. Los accesos a los servicios de salud para personas LGBTT, el discrimen contra las minorías, el rampante discrimen contra las personas de color, las transexuales y transgéneros, las injusticias mundiales en contra de la mujer, así como combatir el fundamentalismo religioso, son algunas batallas por ganar.
Toda persona LGBTT fuera del armario tiene el deber moral de integrarse a la lucha por la equidad. Todos y todas podemos aportar de alguna manera a esta lucha, en la que se busca evitar que otras personas de nuestra comunidad sigan siendo víctimas de discrimen, así como de la homofobia y sus consecuencias; sufrimiento, rechazos, agresiones y suicidios, entre otros.
Esta navidad regalemos al mundo nuestras orientaciones sexuales todas libres y nuestra dignidad humana. Obsequiemos diversidad en cada paso que demos, dejando una huella de libertad y de amor para quienes aún no comprenden lo hermoso de respetar las diferencias.
Por cada armario abierto, por cada persona LGBTT que regala de su amor al prójimo, estamos combatiendo el odio, las condenas injustificadas, el discrimen y la violencia en nuestra contra. Aportamos al mundo la comprensión del verdadero significado de ‘humanidad’ y no la violencia que nos caracteriza.
Una Navidad LGBTT es una navidad heterosexual, ya que todos y todas somos seres humanos con etiquetas impuestas por grupos religiosos, con el propósito de dividir y vencer la libertad del ser humano. Siendo diferentes, somos iguales, ya que todos merecemos iguales derechos y oportunidades.
Amemos y vivamos libres, regalemos nuestro amor reivindicado en nuestra fuerza, de seguir amando aún cuando han intentado impedírnoslo. La equidad y el amor siempre prevalecen.
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*Escritor y activista de derechos humanos de Puerto Rico. Editado por Graysen Martínez Ocasio.